jueves, 23 de noviembre de 2006

Conclusión de "La Nueva Feminidad" (trabajo de Tercero para Teoría Crítica del Feminismo)


Tras este análisis antropológico, continúa y termina una disertación personal sobre el tema que nos atañe, la construcción de una nueva identidad sexual:
Se trata de una nueva construcción del arquetipo femenino. Ha sabido desembarazarse de la sexualidad moralizada y normativizada de la que hablaba Freud, para volver a un polimorfismo sexual infantil, hallando el placer en el límite de éste con el dolor.
La nueva mujer ha roto la coherencia moral de la sociedad y vive la subjetividad sexual al margen del desgarro, pues su nuevo rol y lo que es en realidad, no son contradictorios. Se ha construido de esta manera, un nuevo rol.
Esta nueva construcción se libera de los problemas básicos del relato personal:
Primero, se alimentan de la idealización del varón (el sumiso), pues sus expectativas depende del consenso con éste, y así no se crea conciencia de fracaso por no llegar a las expectativas, ya que las expectativas las pone el sumiso.
Segundo, la cultura ha limitado el deseo de la mujer, pero este nuevo rol no se deja reprimir, ha aceptado su subjetividad.
Tercero, han dejado atrás la multiplicidad de la individualidad, y ha definido y concretado un rol nuevo. Sin miedo.
El SM ha creado una nueva identidad sexual; si entendemos por “identidad” la cualidad o condición de ser una persona o cosa específica, podemos definir la “identidad femenina” como una condición de individualidad específica de la mujer.
Tanto la imagen como la función social de la mujer han estado determinadas por el hombre. En la transición española, el discurso de la poetisa Ana Rossetti adquiere gran relevancia porque es una de las primeras voces de la democracia que se alza en un sistema patriarcal para defender que la mujer tiene derecho a sentir y expresar sentimientos y realidades propias, podría ser una de las primeras dóminas de nuestro país (como Gloria Fuertes, por citar alguna más).
Según Simone de Beauvoir, la estructura basada en el ejercicio de la autoridad patriarcal ha sido el sistema que generalmente ha regido la vida en sociedad desde las primitivas organizaciones tribales hasta nuestros días. Fue la llegada de la propiedad privada lo que supuso, en palabras de Beauvoir, “el destronamiento de la mujer”. El hecho de pertenecer al patrimonio de un hombre ha obligado a la mujer durante siglos a someterse a una serie de requerimientos dominados por un principio de desigualdad que han servido para restringir su libertad e impedir el desarrollo de su identidad como mujer.
Ahora las cosas han cambiado mucho.
El modelo canónico de feminidad ha sido destruido. Se han separado la actividad y la dominación de la masculinidad (relacionada a su vez con la genitalidad). Así las identidades sexuales quedan vetadas, por ser meramente entidades administrativas (que maneja la sociedad). Además, la religión ha asumido el cuerpo de la mujer como infernal, y de esto ha mamado el patriarcado. En este nuevo rol, la mujer es Dios mismo. Y el hombre es lo terrenal, lo que no tiene importancia.
Este tipo de roles quedan condenados por el patriarcado. ¿Por qué rompe con el patriarcado? Porque ya no es el hombre el que tiene la autoridad moral, es la mujer. Es el cuerpo del varón el que pertenece a la mujer, y actúa sobre él.
La retórica del pudor queda eliminada del rol femenino y adquirida al instante por el masculino. Con la humillación al varón se invisibiliza el cuerpo masculino, aunque más que invisible se vuelve objeto donde se desarrollan todo tipo de actividades vejatorias como condena por miles de años de sumisión.
El pudor ahora recae en el hombre; es el hombre el que comporta un acotamiento del espacio: su intimidad queda relegada al rango de sumisión ante el poder femenino.
La mujer en el BDSM rompe con el pudor, y exhibe su deseo cuando guste. El hombre debe reprimirlo, sino será castigado. Es la mujer ahora la que conlleva perfección, por unir a la madre, con el sujeto sexual dominante y la puta (entendida como desinhibición de la sexualidad). Aristóteles vería aberrante este nuevo rol, ya que consideraba el cuerpo femenino como algo defectuoso porque le faltaba el falo.
Valérie Tasso define las relaciones SM como más cerca del Ars amandi que describía Ovidio en el S. I d.C. que de la postura del misionero. Con aires de provocación y a la vez de normalización, la autora reconoce el enorme cambio que supone la introducción del SM como orientación sexual.
La mujer adquiere en estos tiempos el carácter típico de las femme-fatal de la literatura: Lolita, Carmen, Lilith o Salomé, o la “mujer salvaje” protagonista de buena parte de la poesía de tradición popular en la Edad Media, cuya actitud se caracteriza por no tener ningún recelo a la hora de dar rienda suelta a un desenfreno sexual. Sólo queda ver si la legislación hace acopio de toda su ignorancia y decide condenarlas.
Finalmente, podemos considerar que esta actitud plantea una nueva manera de concebir la sexualidad que está caracterizada por una voluntad de trascender el concepto de género y de sexualidad tradicional.

Nota: El trabajo versaba sobre el nuevo rol adquirido por la mujer; el rol de Dominatriz, en contra del rol "sumisión" (pero Sumisión real, no consensuada)que el patriarcado promulga. Si alguien está interesado en leerlo completo, que se ponga en contacto conmigo mediante un comentario dejando su dirección de "mail".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mis saludos Lord Mayfair, un placer llegar hasta aquí y poder leer tus reflexiones.
En mi experiencia como sumisa junto a mi Señor creo que el sentir y el instinto guió nuestros pasos, en los que nos adentramos en el Bdsm de una forma increiblemente bella y creciente, una libertad dificilmente expresable y con sabores muy fuertes. Socialmente.... pufff!! queda mucho por avanzar, el que se los niegue nos los negará :))

Espero poder continuar leyéndo otro punto de vista desde este rincón que acabas de comenzar.