
IV
Fue al día siguiente cuando ocurrió todo: comenzó con el sonido del timbre que anunciaba mi futura rendición al placer. Abrí la puerta, pues Gor estaba en la segunda planta, y me encontré cara a cara con Darko.
- Bienvenido- le dije dejándolo pasar.
Le conduje a la zona privada, donde cogió la máscara blanca y se sentó en mi silla de terciopelo rojo. Su mirada era más estricta que en días pasados, más segura.
- ¿Qué ocurre?- Pregunté sonriente pero intrigado- ¿Hay nuevos datos sobre la investigación?
- Ya han cogido al homicida- respondió Darko fríamente-. Estoy aquí por otra cosa…
- ¿Cuál es, caballero de Oriente?- Insistí situado junto a la chimenea, de pie.
- He venido a tomar lo que es mío…
Todo estaba dicho. Todo estaba expresado. Ambos sabíamos lo que aquellas palabras querían decir. Lo que significaban, lo que teníamos que hacer.
- Quiero poseerte por un día, sentir lo que se siente al dominar a una persona como tú…
- ¿Cómo yo?- Quería que disertara más sobre su confesión.
- Quiero sentir la descarga de dominar a un dominante arrogante y locuaz… Tan perverso- se humedeció los labios antes de continuar-. Tomo posesión ahora mismo de lo que me pertenece… Desde ahora hasta la siguiente hora, serás mío…
No sé si fue por la lujuria, por la imposición o por la confianza hacia Darko… Pero, lentamente, fui inclinándome hasta quedar de rodillas. Agaché la cabeza y miré al suelo.
Volví de los recuerdos para encontrarme inmovilizado a la cama, y con mi señor Darko subido en mi vientre y mirándome fijamente.
En realidad no sabía qué estaba haciendo; ¿cómo podía dejar salir a ese león de la jaula? Si estaba en la jaula, sería por algo… Ahora lo había liberado, y solamente Darko podría enjaularlo de nuevo… ¿Cómo lo haría?
A los diez minutos, vendó mis ojos… luego me amordazó con un pañuelo de seda rojo. Finalmente estaba atado a la cama, invidente y sin habla, a merced de un hombre al que había vuelto a ver tras años de silencio… un hombre que siempre me esclavizó con su fragancia, con su curiosidad, con su poder.
Un hombre que me hizo estremecer en su momento, y que había vuelto años después a liberar mi león enjaulado… a liberarme de las cadenas de la dominación, a enseñarme el Otro Lado, el de la sumisión… Un hombre que había venido a ser mi amo.
De pronto sentí como los botones de mi albornoz de desabrochaban… lentamente.
Las pequeñas figuras que veía en la oscuridad no se asemejaban a lo que ocurría en el exterior. Intentaba mantenerme concentrado en lo que estaba pasándome, pero de pronto me vi arrastrado a un mundo de éxtasis y relax.
Caí en el subspace… El lugar al que llevaba a esclavos y sumisas, ahora me envolvía.
Llegó un momento sentí toda mi piel al descubierto, salvo por los pantalones… Y fue entonces cuando reparé que comenzaron a deslizarse hacia abajo, pero con la misma rapidez con la que comenzaron a bajarse, se detuvieron.
- No te mereces tal privilegio…- me dijo, y entonces fui suyo por completo.
No pude resistirme más, y dejé de hacerme el dominante… Caí definitivamente en la esclavitud, y ya solamente pensaba en ser de utilidad placentera a mi Caballero de Tierras Volcánicas.
Respiré profundamente y exhalé fuertemente. Luego sentí como la cama se hundía casi imperceptiblemente y, sutilmente, fue llegando a mis fosas nasales un perfume.
Olía a… Olía a un perfume que yo había usado… ¿Qué perfume era? Giré la cabeza y me incliné para seguir captando el aroma… Una sensual fragancia, juvenil aunque al mezclarse con la piel olía diferente…
Di una profunda inspiración.
¡Qué delicia de aroma! El aroma de Darko… Era su perfume, ¿pero cuál? Volví a dar una profunda inspiración. Parecía que el Señor se inclinaba sobre mí para que yo lo olfateara… ¿Estaba disfrutando? Por lo menos yo estaba en el séptimo cielo.
- Huele lo que no podrás nunca- me dijo cruelmente.
Yo olí profundamente, captando cada leve cambio… Hasta que finalmente recordé que perfume era… Hugo Boss. El mismo perfume que usé en una de mis novelas… ¿Sería un cruel plan ideado por Darko para hacerme estremecer a sus pies? Si así era, lo había hecho muy bien…
El perfume de Darko invadió cada célula de mi cuerpo, haciendo que el vello se me erizara. Mi pulso se disparó y la excitación se convirtió en veneno que corrompió mi razón, convirtiéndola en mera premisa posterior a la de Darko.
El mundo perdió su lógica, su sentido, y ya solamente quedaba el aroma intenso y desgarrador de mi Señor.
Y cuando la fragancia me tenía suspendido en las nubes, oí y sentí como el Caballero de Tierras Volcánicas comenzaba a deslizarse lentamente hacia abajo. Recorriendo mi pecho descubierto.
Ahora era él el que olfateaba y se embriagaba en mi olor. El olor de la esclavitud, de la sumisión, el olor de la entrega voluntaria. Se regodeó en mi perfume y en mi cuerpo, buceó en mi ser emborrachándose de mi piel.
Sopló en mi vientre, en mi ombligo, haciéndome emitir un ahogado gemido lo que provocó que se detuviera.
Continuó olfateando mi cuerpo hasta que, de improviso y bruscamente, abrió mis piernas y dijo:
- ¿Aguantarías mi presión?
La provocación me hizo enloquecer, pero no podía responder, pues estaba amordazado.
Pero mi Señor no continuó… Se levantó de la cama y desapareció de mi alcance. No podía oírlo ni sentirlo. Pero sabía, en lo más profundo de mi interior, que se encontraba cerca. Me observaba, me escrutaba. Miraba como descansaba invidente e inmóvil en mi cama.
Se regodeó en su dominio sobre mí. Miró bajo la máscara mis movimientos, mis convulsiones provocadoras para que me impartiera disciplina, pero no lo hizo.
Permaneció así durante muchos minutos… Hasta que la hora terminó y, deshaciendo las cuerdas que me amarraban las manos a la cama, desapareció de mis dominios.
Cuando bajé al salón, buscándolo, solamente encontré un sobre.
Querido Lord Mayfair:
Ha sido un enorme placer verle rendido a mis pies; disculpe mi falta de imaginación, pero comprenderá que no es mi mundo. Se trataba de un experimento, de una curiosidad saciada…
No sé si volveremos a vernos, pero espero que siga aquí cuando decida volver a sus dominios…
Atentamente,
Tu Caballero de Tierras Volcánicas.
El olor de su piel, la profundidad de sus ojos marrones, su determinación para dominarme, su perspicacia. Todas estas cosas quedaron grabadas en mi memoria a fuego.
Traté de olvidarlo como se trata de olvidar un sueño irrealizable.
Darko, mi Caballero de Tierras Volcánicas, mi Caballero de Oriente, fue (y será) siempre una utopía. Y por ello, siempre estaré enamorado de él.
3 comentarios:
Ufff,ahijado, espero que tu utopía deje de serlo porque no es una quimera ;). Que tus sueños se hagan realidad, un beso.
Muchas gracias por tu enlace y espeor que pases un buen fin de semana.
Besines
Espero que de esta pequeña declaración de entrega no nuble mi razón y la lujuria termine por subyugarme... ¿O sí lo deseo en lo más profundo de mi laberinto?
Las quimeras siempre me han resultado de lo más atrayentes... La curiosidad me pierde, queridas mías.
Un beso Kajira, estoy tomando conciencia del mundo de Gor...
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