martes, 14 de agosto de 2007

Chocolate


(Este relato lo escribí como ofrenda a una de las mujeres con las que compartiría mi vida vainilla: Lady Khalo, chica vainilla de mi facultad que con su poder fatal y su evanescente me cautivaron).


Sentaos cómodamente, introducid la mano en vuestro órgano genital y leed esta nueva perversión que mi brillante imaginación ha concebido…
Aunque tuve que emborracharla para convencerla, Lady Khalo, finalmente, cayó presa de la lujuria inspirada por mis palabras.
No fue fácil, pero tampoco difícil. Una de las mejores virtudes que se pueden adquirir con experiencia es la de poder desvelar las pasiones ocultas de las personas que en mis manos se ponen.
Ella tuvo que oír antes las palabras de cortesía para infundirle confianza, pero una vez se me entregó, dejó de hablar y de mirarme a la cara.
Y era ahora, tumbada sobre una gran bandeja de plata, cuando su mirada me resultaba tan imposible de resistir.
Su terso cuerpo desnudo descansaba de costado, sujetándose con una mano la cabeza y con la otra acariciaba su cintura. Cual sirena, Lady Khalo, mostraba la imagen que siempre se le había asignado a su género: una femme-fatale.
Su blanquecina piel de Lolita, tan suave como ardiente, había oscurecido su color y emanaba el dulce sabor de la deliciosa mezcla; sus brazos, sus pechos, su vientre, su (hasta ese momento desconocida) sonrisa vertical, sus piernas… Absolutamente todo aquel fatal e ilustre cuerpo femenino estaba cubierto por una fina y lasciva capa de chocolate.
En ofrenda se me entregaba la arrogante y altiva Lady Khalo, con sus ideas como armas más peligrosas, y su cuerpo como medio más eficaz de hacerlas realidad.
Se me ofrecía con rostro estricto y exigente, mirándome directamente y provocándome al acariciarse sus pechos.
- Alegra tu existencia con un buen dulce…
Fueron sus únicas palabras, y fue una orden. Una orden o una prerrogativa para poder atreverme a devorar su dulce y exquisito cuerpo chocolateado, a la vez que le reportaba el placer conveniente.
Di un paso hacia la bandeja gigante, que descansaba sobre una mesa cuadrada de madera y brillaba bajo las luces lúgubres de las velas.
No había más música que mi manera de respirar, entrecortada e intensa, y el sonido rítmico del chocolate siendo frotado en el cuerpo de Lady Khalo.
Su erotismo me tenía cautivo, me tenía bajo su hechizo perverso y voluptuoso, que ya había despertado al león que vive bajo mi cintura…
Di otro paso y de pronto, ella, me miraba con insolencia.
Me recliné sobre la mesa, a sus pies, y posé suavemente mis labios sobre sus tobillos.
Lady Khalo me miraba con atención, viendo mis pasos sin dejar de acariciarse los pechos.
Saqué lentamente mi lengua para lamer discretamente la mezcla.
Pese a aparentar inocencia y pulcritud, con el chocolate pude distinguir un sutil sabor a libertinaje. Su fragancia era tan sumamente embriagadora, que ya me había convertido en nada ante su presencia, ante su ser, ante su esencia.
Volví a sacar mi lengua para comenzar a ascender por su pierna hasta su rodilla, que adoré como fetichista de aquel hermoso y nínfulo cuerpo de chocolate. El sabor de su voluntad entregada bajo sus órdenes me produjo un inmenso torrente de placer que me recorrió la columna vertebral haciendo que el vello se me erizara.
De esta manera, siendo lo más discreto que mi entrepierna me permitía, comencé a ascender por la pierna de mi Lady. El chocolate se introducía en mi paladar, endulzándolo, y las visiones del cielo y el infierno que pude vislumbrar no serían dignas al ser descritas.
Tragué con satisfacción el dulce, mezclado con el sabor a libertinaje, desplazándome peligrosamente desde la rodilla a la ingle.
Mi lady dejó entonces de observarme y se abandonó al placer recostándose sobre el frío metal.
¡Doblemente indigno sería si describiera el afrodisíaco sabor de la ambrosía que pude captar entre los labios ocultos! No existen adjetivos lo suficientemente concretos como para definirlo; mezclas contradictorias de por sí, pero en armonía voluptuosa que hizo las delicias de mi exigente paladar.
Ella gimió tan sutilmente, que su decoro me hizo enloquecer: me introduje tan profundamente como la biología me permitió, provocándole espasmos musculares que me arrojaron del paraíso.
Continué mi largo recorrido hacia el ombligo, que adoré como se merece: con lentitud y ternura, devolviéndola a la fase inicial.
Me miró entre sus senos, y se deleitó en la adoración que le profesaba.
Hacía ya minutos que había perdido mi noción de identidad, construía tras muchos y laboriosos sufrimientos, pero me di el placer de no ser nada para hacerla disfrutar.
Cuando sus pechos estaban ante mí, fue ella la que me guió en el recorrido, deteniéndome especialmente en su pezón izquierdo. Al igual que los mojigatos adoran fervientemente la imagen de Cristo, mi lengua reverenciaba serpenteantemente el duro menir.
Gimió de nuevo antes de decirme:
- Atrévete a ser tú…
Y con el permiso dado, convenientemente, mordisqueé el centro de adoración y succioné el chocolate con el dolor de mi lady, que emitió un breve grito.
Entonces comencé a devorar su cuerpo provocándole el orgasmo más intenso que pudo tener en su aún corta existencia.
Finalmente, por mi buen servicio, mi Lady me dio el mayor de los regalos que podía tener en mi corta existencia.
- Mi lord, debería usted ser mi esclavo…- seguidamente me dio un corto beso en los labios, manchados de chocolate, y se fue dejándome solo.


25 de mayo de 2007.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sugerente, la ambrosía y la lascivia volcados sobre una mesa, a la disposición de un león entregado y hambriento, sediento de sensaciones, recorriendo cada pliegue, cada pequeño centímetro entregado y deleitándote ante tu propia imagen mi Lord. Avanza firme Mayfair.

Otro corto beso a tus labios, manchados de placer

Lord Mayfair dijo...

Sugerente y lasciva eres tú, querida mía. Tú, mi ambrosía... Que como a Ulises me retienes en un continuo placer...
Entregado y hambriento me dejas, socorrido por unas palabras... Ahora que compartimos el arte de la doma me siento tan sumiso ante tu presencia... Dime si aún eres mía...

Liška dijo...

;-)... siempre mi Lord

Max dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Max dijo...

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beso

Anónimo dijo...

te dejo bezazoz ahijado:)

Anónimo dijo...

pásate por el blog ahijado