lunes, 10 de septiembre de 2007

Edipo


(Este es el prólogo de un nuevo borrador; someto a juicio al susodicho).

Carlos Reina estaba sentado en la silla forrada en piel de su despacho, triste y desconsolado por los actos que había cometido. La vergüenza había inutilizado su raciocinio tan admirado en tiempos anteriores, pero no era una exageración…
Sus ojos, antiguamente de un verde oscuro tan encantador como imponente, se habían vuelto de un color negro que mostraban la descorazonadora realidad del delito moral al que había sido arrastrado. Sin embargo, él sabía que no era inocente del todo, pues la decisión de caer en la inmoralidad fue únicamente suya.
Pero no era la inmoralidad sexual la que lo empujaba a ese final, sino el provocador de esa inmoralidad, el cual se encontraba ajeno a todo lo que Carlos pensaba hacer.
Habían cenado juntos, como cada noche en la larga mesa de cedro, pero esta vez no habían tomado ni brandy ni whisky; los ánimos estaban apagados.
Carlos Reina, tras una ducha y vestido con su albornoz de satén negro, escribía la historia que lo había empujado al suicidio por temor a soportar una vergüenza mayor y siguiendo los pasos de la que fue su hermosa mujer, también culpable de delitos morales.
Lo único que pensaba mientras escribía la historia era que la culpa, en su totalidad, era suya. Suya y de Yolanda, por haber traído al mundo al ser más perverso que la historia había dado a conocer.
Esta es la historia de un nacimiento, de un pecado mortal, de la ruptura del tabú base de todas las culturas. Es la historia de un niño que se convirtió en hombre cuando descubrió la historia de su nombre: es la historia de Edipo, contada por su padre, Carlos Reina.

2 comentarios:

Liška dijo...

Edipo... víctima de su destino y en ello luchador y consagrado, un ejemplo que discute la moralidad racional y la que simplemente desconoce y atiende a su sentir, desde lo más profundo de su sangre y sin contemplaciones. Una lucha continuada por la supervivencia, entregada a la inteligencia en sus dos partes, mente y cuerpo... simpático este tipo, me recomendaste mi Lord en su momento una gran lectura.

No temas mi Lord, Liška brilla con orgullo y es fuerte, ahora retoma su camino... siempre te llevo en lo más profundo de mi :))

Lord Mayfair dijo...

Agradecido me siento por tus palabras... Te quiero, reina mía...